En su libro Empresa y Responsabilidad. Conversaciones con Ivan Levaï e Yves Mesarovitch, François Michelin estableció las bases del liderazgo empresarial, que resume en su gran frase: “El ejemplo, no es la mejor manera de influenciar a los demás, es la única que existe”.
Conceptos tan innovadores como la ética en la empresa moderna, customer centricity (tener al cliente como el centro de nuestras acciones) o el compromiso empresarial, son tratados en profundidad en este libro de referencia publicado en 1999 y que permanece plenamente vigente 25 años después.
Michelin, con su vasta experiencia como líder empresarial, sienta las bases del liderazgo que conduce al éxito. Descubre a continuación las grandes claves de este imprescindible libro de cabecera con el resumen realizado por Juan Allende, directivo y profesor de Sales Business School.
Empresa y responsabilidad. Resumen del libro de François Michelin
Breve biografía de François Michelin
Era hijo de Étienne Michelin (1898–1932) y de Madeleine Callies (1898–1936) y nieto de Édouard Michelin (1859-1940) –fundador del Grupo Michelin a final del s XIX– y padre de Édouard Michelin (1963-2006).
Tras la temprana muerte de sus padres, fue educado en Clermont-Ferrand en casa de su abuela Madame Edouard Michelin que tenía el nombre de soltera de Thérèse Wolff (1870-1953).
Tras estudiar matemáticas, obtuvo la licenciatura en la facultad de Ciencias de París. Entró en el grupo familiar en 1951 bajo una identidad falsa y trabajó de obrero. Seguidamente pasó a los servicios comerciales y de investigación científica.
El 28 de mayo de 1955 fue nombrado cogerente de la empresa Michelin junto con Robert Puiseux. Pasó a ser gerente único en 1959. Como cogerentes nombró a su primo hermano François Rollier (1915-1992) y a René Zingraff en 1986. Bajo su dirección se desarrolló el neumático radial que consiguió que el Grupo Michelin pasara a ser el primer fabricante mundial de neumáticos. También se lanzó al mundo la famosa Guía Michelin de restaurantes.
Cristiano convencido, su humanismo y su escasa comunicación en público fueron en algunos casos controvertidas. En 1999 transmitió las riendas de su empresa a su hijo Édouard Michelin, aunque hace algunos años preside el grupo Florent Menegaux desde que falleció aquel.
El 12 de abril de 2009 fue hecho caballero de la Legión de Honor. Era hijo adoptivo de Aranda de Duero, donde está instalada la mayor fábrica de Europa de Michelin y la segunda del mundo. Solía venir a España, al menos una vez al año, a impartir conferencias en el CEU de Madrid.
François Michelin falleció el 29 de abril de 2015, a la edad de 88 años.
“El ejemplo, no es la mejor manera de influenciar a los demás, es la única que existe”
– F. Michelin 1998
Contexto
El formato elegido por los autores para la edición de este libro es singularmente original dado que han preferido recoger, de alguna forma, unas conversaciones o semi entrevistas entre dos magníficos periodistas y el propio François Michelin. Los protagonistas y autores son, por tanto: François Michelín (Director Gerente de Michelin), Ivan Levaï (Director de Redacción de la revista francesa Tribune) e Yves Massarovitch (Director de Redacción del Grupo francés Expansión).
Los primeros contactos de Ivan Levaï con François Michelin arrancan a final de los 70´s, principio de los 80¨s, con sucesiones en la jefatura del estado francés entre derechas e izquierdas y muchos años en la presidencia de François Mitterrand. Por otra parte, el libro se publica en los albores del s XXI (1999 – Ediciones Encuentro) con los previsibles cambios en la UE en plena efervescencia.
El inicio de la idea de este libro es realmente fantástico. A Ivan Levaï se le ocurre un día invitar a un programa de radio al más secreto o menos mediático de todos los grandes empresarios franceses, con pocas esperanzas de que aceptara puesto que era bien conocida su escasa costumbre de aparecer en público, y aún menos, en declaraciones o entrevistas directas. Se acuerda una visita previa en las oficinas de Michelin, él le recibe personalmente en su despacho, asombrosamente austero para un personaje de su categoría, y antes de que Ivan Levaï le cuente qué es lo que ha pensado para una entrevista, François Michelin le lanza sobre la marcha…
– “Puesto que desea interrogarme en público, espero que esté usted dispuesto a soportar que comience yo por entrevistarle aquí en privado”.
Ivan Levaï consiente, y FM le empieza a realizar preguntas sobre su vida, su infancia, sus proyectos, el sentido de su existencia, sus creencias religiosas, de dónde saca sus fuerzas, a partir de qué realidad, si su visión es materialista…
I.L se queda absolutamente absorto de este inicio y de la profundidad con la que hablaron a partir de ahí, largamente…, más bien desde el punto de vista filosófico que económico o político. Como comentaba I.L. “pasé de ser interpelador a interpelado, ¡nunca me había ocurrido esto…!”
Al final, quedaron en concretar la buscada cita radiofónica, pero antes de despedirse FM, le pregunta,
– ¿Tiene usted prisa por interrogarme? ¿Es usted capaz de esperar varios meses, quizás varios años?
– Sí señor, le responde I.L.
“Quince años después (nada menos…), en la primavera de 1993, FM cumplía su palabra y accedía a acudir a nuestro programa radiofónico” – comentó I.L.
– “Ha sabido esperar” – le dice a I.L., “¿Ve usted como la paciencia es siempre recompensada? ¡No conozco a nadie, de entre las personas a cargo de nuestro país, capaz de esperar y de hacer esperar así a los micrófonos!”.
Es cierto que entre el primer contacto de I.L. y el comienzo de la relación entre los autores y FM para la entrevista radiofónica, se encontraron en varios eventos de carácter institucional, pero nunca hablaron de la entrevista hasta quince años después. La primera visita profesional ocurrió en Clermont-Ferrand donde ya Michelin le recibió oficialmente para organizar y diseñar la citada entrevista. Este primer intercambio de palabras duró un total de cuatro horas, en una sala austera y sin testigos, y fue el comienzo del descubrimiento del personaje François Michelin, más allá de lo que representaba su nombre y su fama.
Características personales de François Michelin
FM es una persona en las antípodas de la imagen que se tiene por común de él. Sencillo, cercano, directo, claro, divertido y, sobre todo, dotado de una gran capacidad para escuchar. Tras los encuentros, se sucedían telefonazos para que el propio FM validara lo escrito de las notas tomadas y autorizara sus revelaciones en una serie de retratos estivales que producía la emisora de radio. Cuando habla, FM se ilumina, “él no habla de las cosas como uno aprende a repetirlas en las grandes escuelas o en la universidad. Su juicio sobre la sociedad, sobre las empresas, sobre los políticos, sobre los grandes temas del momento, es único. Es el reflejo de un hombre libre, alejado del discurso ambiente. No toma nada prestado de las modas. Lo que es, se lo debe a su capacidad de diálogo y a un mucho de fidelidad respecto de sus convicciones” – diría más tarde I.L.
Su oficina en la fábrica es monacal: una lámpara, tres muebles y detrás de la pueta un perchero con 3 ganchos donde en uno de ellos pende un mono de trabajo. Parece realmente desfasada con respecto a la potencia económica que representan las industrias Michelin. Ante un comentario surgido al respecto, FM comenta, “para mi trabajo aquí, lo importante no es el aparato, sino refugiarse en el fondo de uno mismo; una habitación casi desnuda facilita más la reflexión que un espacio opulento, atestado de pequeños objetos impresionantes e inútiles”.
En palabras de FM, él no dirige solo el Grupo Michelin, sino que las responsabilidades están repartidas entre un puñado de personas que comparten los mismos valores de ejecución, sencillez y discreción. Con estos valores educa a su hijo Édouard, “aunque seguramente tomará su sucesión con su propio estilo: se le ha dejado la libertad de ser lo que es”.
La misión de “Jefe” para FM, se asimila a la de mantener un barco en buen rumbo, proteger a sus hombres y la carga, anticipar los movimientos del mundo y las contradicciones del mercado, y velar siempre por satisfacer el triángulo de aquellos que él considera con derecho a exigirle cuentas: los clientes, el personal y los accionistas.
Su lenguaje es sencillo, cree en las verdaderas palabas y habla de forma clara, la lengua de los oficios…, escucha mucho y verifica en todo momento el sentido de lo que se expone. Afirma la importancia de lo que se hable en el principio de la relación entre patrono y trabajador para que nadie se llame a engaños, ¿qué espera cada uno del otro? ¿Existe una experiencia humana en la empresa?
“En realidad, todos los días cada cual se revela, de hecho, como una libertad creada. Es por ello por lo que es único. Todos los éxitos y fracasos de la vida son el camino que esta libertad busca abrirse al mundo de los hombres, en el mundo científico y técnico. Es esencial que en la empresa esta libertad creada no pierda de alguna manera su modo de empleo y no se sienta prisionera de algo que pueda juzgar como un determinismo ciego. Libertad… técnica, … ética…”.
“Lo esencial es vivir y así nutrirse de la realidad oculta detrás de los hechos, buscando las causas; la actitud respetuosa del hombre tiene en cuenta los hechos y no las opiniones, sean estas religiosas, filosóficas o, de una forma más banal, políticas. Lo que cuenta, lo que queda, es lo que se vive y no el exterior de aquel que habla. Esto hace que cada contacto resulte enriquecedor. Permite construir y engendrar la libertad.
La visión de negocio de Fraçois Michelin
Firme defensor del Libre Mercado (capitalismo), FM no establece ninguna jerarquía entre aquellos que aportan su capital a la empresa y aquellos que le suministran su capacidad del trabajo, sino que sitúa siempre en primer lugar al cliente: “el Cliente es el Rey y el dueño de nuestro negocio; pero es verdad que la propiedad es un robo si no está al servicio de las personas”.
Se cuenta una anécdota sobre una cena en cierta ocasión con uno de sus inspectores de la Guía Michelin en un conocido restaurante. FM sugirió un punto positivo al paté, pero su director le comentó –“esperemos a levantarnos mañana, hay que dormir antes”. Y el inspector tenía razón, pues ambos se pusieron enfermos durante la noche. FM celebró la inteligencia práctica y la competencia de aquellos que trabajaban para él.
En lo que se refiere a negocios y economía, a FM no le agradan los financieros que son exclusivamente financieros, aquellos que olvidan el origen de las finanzas y su realidad, los teóricos, los pequeños marqueses de la política y de las administraciones parisinas.
En cuanto al Estado -que somete y administra en lugar de abrir y liberar- FM lo rechaza, pero no duda en exigir desde la patronal subvenciones, “porque antes el Estado nos ha cogido cantidad de dinero a nosotros y los impuestos son insoportables para crecer y desarrollarnos, necesitamos esa ayuda”. Cree en la globalización, pero opina que las fronteras debieron abrirse más poco a poco y no tan de golpe como en los inicios del Gatt (actualmente OMC).
Cuando se le pregunta cómo pudo pasar en 30 años de la décima empresa del sector a la primera, responde con humildad y discreción que sus éxitos sólo se deben a la respuesta, la más apropiada sin duda, a los desafíos que le son lanzados. Fraçois Michelin es el que ha convencido a familia y accionistas de la necesidad de transformarse para acometer los desafíos del s XXI. Y lo consiguió: 80.000M de facturación en 1997, fábricas ultramodernas, cajas llenas de proyectos… Lo que propone es “banalizar” ciertas facetas de la empresa para prepararla de cara al futuro.
Pero insiste en que lucha constantemente con los inconvenientes que plantean los “hijos espirituales de Marx” que dirigen Francia. El resultado es que la competencia está avanzando a pasos agigantados y les faltan herramientas para luchar contra ellos: costes de trabajo prohibitivos que no cesan de aumentar, reducción de horas de trabajo, baja productividad, etc.La única forma de contrarrestar todo esto es la innovación, la creatividad, el esfuerzo, la capacidad de proyectarse al futuro…, de imaginar máquinas nuevas como la “C3M” y a la vez trasmitir sus mensajes con expresiones simples para explicar ideas complejas, “si al hablar uso palabras simples, es sencillamente para estar seguro de que comprendo lo que digo”.
François Michelin representa “el último mohicano”, industrial, capitalista cristiano y afortunado, filósofo y realizador de obras, anónimo y conocido, el único francés vivo cuyo nombre se confunde con un producto banal, de reputación internacional que marca con un trazo profundo, a la vez que ligero, los caminos del mundo.
– Ivan Levaï e Ives Messarovitch (1998)
Diálogos: Temáticas específicas (F. Michelin y autores)
La fábrica
Ante la pregunta de ¿quién es el personaje más importante de la fábrica? algunos se decidían por el Jefe, el Sindicalista, los Obreros, el Jefe de Equipo, el Director financiero…
Pero FM responde sin dudar: “EL CLIENTE. Y si hay dudas, afirmo que la maquinaria de la fábrica en realidad no se pone en marcha hasta que los neumáticos no se han vendido, ahí empieza la creación de riqueza, así es que no sólo forma parte de la empresa si no que ejerce sobre ella una fantástica trascendencia para su futuro. ¡El cliente está en el origen y en el fin de todas las cosas!”
Contra el argumento de que el cliente es un “agente pasivo”, que sólo compra, FM manifiesta su desacuerdo argumentando que el cliente, cuando gasta su dinero se compromete totalmente, y se opera una elección entre diversos deseos y alternativas, diferentes productos y servicios. En su opinión, es una elección habitualmente irreversible.
FM prefiere -cuando se habla de Michelin- la palabra “fábrica” a “empresa”, porque bajo su criterio este término es difuso y ya no sabe bien qué significado tiene. La fábrica es una comunidad de personas real donde todos interactúan. Él siente el orgullo y el compromiso de los obreros en una fábrica que tiene ya un siglo y que en muchas etapas pasó dificultades. Los productos industriales, por otro lado, son ahora muy sofisticados, pero de alguna forma se han convertido en “banales” (no quiere decir disminución de calidad, sino necesarios para todo el mundo; hace pues referencia a la producción en serie impulsada por la economía de mercado).
FM hace un inciso para volver a criticar la ideología de Marx, que puso en contra al productor y al consumidor: “parecía que uno robaba al otro, negando la relación humana entre ambos a través del trabajo y el dinero. Por tanto, transformó un acto de servicio en motivo de oposición, privándole de sentido. Es el origen de la Planificación estatal”.
FM hace un recorrido por la historia de la economía y las empresas, la revolución industrial y las máquinas, la especialización y Taylor, la formación adecuada para la división de tareas que aumentan la productividad, aunque es verdad que en este camino de la vida “ha habido espesuras polvorientas”que se han ido corrigiendo con el paso de los años. La fabricación ha sido un motor de tremendo desarrollo para la humanidad, especialmente en el último siglo, “pero no debe nunca separarse el concepto fábrica, del de hombre”.
Afirma con convicción que “la economía de elección responsable tiene una dimensión primordial para el crecimiento de la persona, por ello es preciso respetar una ética” y desde las fábricas y empresas no se puede mentir ni engañar. No se debe olvidar que Michelin no fabrica neumáticos, sino objetos susceptibles de ayudar al transporte de personas que tienen necesidad de desplazarse. Y cada vez más, con mejor precio, calidad y seguridad posibles.
FM no cree en absoluto en el azar, para él no existe, “solo hay personas que saben ver y “están ahí” y otras que nunca verán nada”. Hay que estar atento para descubrir las realidades que nos presenta la vida, perseverar en la innovación y utilizar la audacia (comenta numerosos ejemplos en las últimas décadas y siglos al respecto).
Cuando se le pregunta a FM su relación como fábrica y la política de Francia con las empresas en general, responde con una magnífica frase: “la mejor política para mí es dar a cada uno los medios para llegar a ser el que es y para satisfacer a todos necesidades aún desconocidas”.
Afirma una vez más que “son los clientes los sujetos de la economía, no los objetos y que para que haya una buena relación económica entre todos, sería necesario que los ciudadanos se convirtieran en sujetos del Estado, mientras que ahora son considerados como objetos (utiliza con sorna el término de «yacimientos fiscales»)”.
Capitalismo y responsabilidad
Para FM el capitalismo radica en la evaluación de las consecuencias de los actos. Por ejemplo, opina que la sanción por los lectores de este libro será su éxito o su fracaso, y en el mercado ocurre lo mismo. Los productos y servicios se deben corresponder con las necesidades reales de los clientes. Si estos se adaptan a ellos (no el cliente al zapato que va a comprar…) se venden y el proveedor recibe dinero en contrapartida. El mercado es donde se verifica la consecuencia del acto capitalista.
El liberalismo económico -al que FM se adhiere- (y no al liberalismo filosófico…), es el único sistema que conduce a la mejora del bien común, y añade… “en el corazón de la economía de mercado, cada ser humano se encuentra libremente involucrado en la búsqueda de la felicidad; es la mano invisible (nada tiene que ver este liberalismo con el liberalismo filosófico que rechaza extrínsecamente la voluntad propia, rehúsa el juicio, se encierra en sí mismo y niega la trascendencia). El capitalismo descansa en la confianza y ello invita a sopesar bien nuestros actos antes de actuar”.
Desde esta perspectiva el capitalismo es un sistema que apuesta por el hombre y por su capacidad de progresar. Por eso, FM está en contra de cualquier Ley que vuelve legal la separación entre un acto y sus consecuencias, aunque muchas de ellas sean tachadas como victorias sobre el capitalismo o avances de cara a la sociedad. “No hay que olvidarse nunca que la sociedad está hecha para el hombre y no a la inversa”. Su opinión en este aspecto es que todo acto realizado en la empresa permanece siendo el reflejo de la libertad y la responsabilidad del que lo hace. Con respecto a las leyes de Francia su criterio es que en muchos aspectos ya no se está en un Estado de Derecho y “toda persona debe soportar las consecuencias de sus actos, al igual que nadie puede comer por otro.”
En cuanto al capitalismo humanista, “evidentemente, habrá que dar a los otros, ¿pero qué hay que dar, el pescado o la caña de pescar y la formación para usarla adecuadamente?” (en referencia a su opinión sobre los comunistas que siempre quieren “arrancar” frente a la Iglesia que prefiere “dar” con base en el capitalismo justo, legítimo y no abusivo).
Para FM es importante que los interventores de cuentas controlen a posteriori la veracidad de lo que comunican desde el Grupo Michelin, así como la opinión de sus clientes sobre sus productos, una vez que libre y responsablemente los han comprado.
En cuanto a la especulación, FM opina que hay varios tipos de especulación: una industrial, de apuesta, de innovación, de esperanza en el futuro; otra puramente financiera de origen dinerario para hacer más dinero sin crear riqueza. ¡Esa la rechaza!
De otro lado, él sí es partidario del dialogo social, pero directamente con los empleados y no a través de estructuras ineficientes, holgazanas y costosas que obedecen casi siempre a “intereses ideológicos”. Al preguntarle que algún sindicato propone la cogestión, FM responde, “¿qué significa cogestionar? Para mí significa asumir responsabilidades humanas, financieras y jurídicas, ¡ningún sindicato lo hace! Y por cierto, los sindicatos no hablan nunca de los clientes, la piedra angular de nuestros negocios” (lo curioso es que al sindicato lo eligen solamente los asalariados, a la empresa la eligen todos los días los clientes -comenta a posteriori).
FM vuelve a resaltar la importancia de la ética en todo este camino, pues nos indica permanentemente la distancia entre lo que hacemos y lo que sería necesario hacer, pero al mismo tiempo nos da más fuerzas para continuar en los negocios. En la empresa, los trabajadores, los accionistas y los clientes están comprometidos en una aventura de largo plazo y mucho trabajo. Cree, así, que abordar la empresa sólo desde el punto de vista financiero es muy peligroso.
Tampoco “compra” FM el discurso generalizado de los ecologistas cuando afirman que los industriales y las empresas de productos o servicios no deberían hacer casi nada que perjudique el ecosistema (así no se progresa…) “porque sufrirán las generaciones venideras”. Opina FM que nadie mejor que un verdadero capitalista legítimo (el mejor ecologista) que se pasa todo el día sopesando las consecuencias de sus decisiones (¿o es que queremos matar el futuro?).
La globalización
FM es partidario de la globalización, de la apertura de las fronteras, en tanto en cuanto es un firme defensor de la economía libre de mercado. No obstante, piensa que los inicios (GATT) quizás debieron hacerse más pausados y con más inteligencia y planificación. Pero todo lo que sea fomentar la sana competencia promueve nuevos retos, mejorar eficiencias, harto difícil en Francia en este sentido, por la monstruosa burocracia, intervencionismo estatal, y niveles de presión del gasto público del Estado. La unificación total de la UE y la moneda única (Euro) tampoco son la panacea puesto que el verdadero motor del crecimiento sería una masiva bajada del gasto público, por tanto, del régimen tributario. Es el único medio de conceder poder adquisitivo a los clientes, de darles la capacidad y el deseo de comprar, de ahorrar y de correr riesgos.
Al mismo tiempo y, con relación a la globalización, discrepa de la salida masiva de las empresas para deslocalizarse, puesto que hay mucho talento interno que se dejaría de aprovechar (aunque sea reinventándose, reciclándose) en el territorio nacional. Propone ir incorporando planes y políticas de formación para los nuevos trabajos y profesiones (públicos y privados) e ir externalizando empresas en aras de mejorar la competencia, pero buscando el equilibrio adecuado de las fuerzas laborales en las fábricas.
Capítulo aparte son los temas de inmigración, cuestión delicada que habrá que estudiar con detenimiento por parte de todos los países de la UE. Y desde luego, está en absoluto desacuerdo con la reducción de horas de trabajo exigidas por los sindicatos y fuerzas laborales de la izquierda ideológica, a la par que conflictivo, por las distintas legislaciones de los países extranjeros (principalmente en países subdesarrollados o en vías de desarrollo).
El origen de este debate radica en gran parte en la mecanización de las tareas. “Todos estamos de acuerdo en hacer que las máquinas trabajen más, pero se olvida que lo que hay en la cabeza de los hombres es infinitamente superior a todas las máquinas del mundo. Para los materialistas el espíritu no existe; es, simplemente, fruto de la materia. Francia y algún otro país europeo se han convertido en países materialistas: les preocupa más el reparto que la creación”.
Una falta de reflexión económica
Los comentarios de FM sobre el Estado…, apuntan a que los políticos han empujado a las funcionarios a querer regirlo todo. Pensaron que los funcionarios eran más inteligentes y estaban más preocupados por el interés general que el ciudadano. No supieron hacerles ver que el interés general nace de intereses particulares, y en tiempo real. “¡Como si hubiera interés general que no fuera la suma de los intereses particulares!” Las malas políticas económicas culminaron en el control de precios pero con subida de los costes (cargas sociales, electricidad, impuestos, etc.). No se puede menospreciar al mercado. ¡Incluso algún obrero preguntó al sindicato que quería intervenir en las políticas para cambiar la Ley de la Oferta y la Demanda!
“Es realmente alarmante que los manuales de economía de la educación nacional en Francia cuenten con ideología marxista, que no favorece la economía de libre mercado. No solo no está desapareciendo esta ideología, sino que se agrava con el paso de los años pues siguen fomentando la lucha de clases, aunque desde la caída del Telón de Acero han aparecido nuevas formas minoritarias de ideología de izquierdas. Y no siempre, además, hay que informar a todos los empleados de las cosas que ocurren en el ecosistema de una empresa. No se les puede asustar y hay que gestionarlo con discreción y diligencia. Nos ocurrió alguna vez en tiempos pasados y supimos resolverlo con responsabilidad”.
El empresario-el hombre
FM no mira el camino recorrido en los últimos 40 años como Director de Michelin, sino por el contrario el camino por recorrer. Ello le permite tener los pies en la tierra y experimentar la sensación de pequeñez ante la amplitud de tareas por cumplir. Un empresario siempre navega en la incertidumbre y tiene que actuar en tiempo real. Si las decisiones son inadecuadas, pueden ser mortales para su fábrica, pues nada se obtiene por adelantado. Antes de una decisión relevante, siempre se pregunta: ¿es útil para el cliente, esto conduce a satisfacer a los empleados y a los accionistas?
FM recuerda con añoranza a su abuelo, aunque quizás él no hubiera puesto “ese nombre” a la compañía; en definitiva siempre se ve a Michelin y no al empresario-hombre François. “Antes se prestaba dinero a las personas en las que los bancos confiaban, no había sociedades anónimas. Son los hombres, con sus equipos, los que tienen como punto de partida el deseo de construir alguna cosa en común. Evidentemente, ahora se necesitan sociedades para el desarrollo y el crecimiento de los negocios como Michelin o Peugeot (sociedades en comandita).
Es maravilloso escuchar a FM hablar de todos los valores personales y profesionales que se han trasmitido de generación en generación. Y lo que más destaca es el amor al producto que han tenido todos, quizás la clave de que cada uno, con su estilo, haya hecho de un sueño una realidad impresionante. “Genéticamente nos aferramos a la noción de servicio tanto para el país como para el cliente, el personal y los accionistas. Yo siempre digo a mis directores que su deber número uno es amar a los obreros de los que son responsables; esto no es sentimentalismo idiota, sino simplemente ver a la gente tal como es. Mi única acción verdadera consistió durante todo este tiempo en dar a cada uno de ellos los medios de liberar su energía personal. Pero créame, es una labor dura y apasionante. Es así solamente como he podido tomar decisiones.
Otra de nuestras pasiones es la innovación, y no solamente técnica sino en todos los demás ámbitos. La historia de la empresa lo ha demostrado así como la trascendencia que ha tenido siempre Michelin en la sociedad (como por ejemplo en la comunidad de Clermont-Ferrand: colegios, sanidad, labores sociales…).
En opinión de FM, la innovación es espontánea si el entorno humano es propicio; nace en todas partes (fábrica, oficinas administrativas, talleres, etc.). En este sentido pone ejemplos como el neumático radial, el neumático verde, la máquina revolucionaria “C3M” o la propia Guía de Restaurantes Michelin.
Por otra parte, FM no oculta que sus profundas creencias cristianas han colaborado a dejar esa “impronta” en el Grupo Michelin y en la propia industria de la fabricación de neumáticos. Supo conciliar perfectamente su humanismo cristiano con el capitalismo.
¿Y por qué no?
Los autores han elaborado este capítulo centrando la conversación en la conciliación de las creencias religiosas de FM con el sistema de libre mercado, la democracia y su oposición a las ideas marxistas de ver el capital y el capitalismo (la mayor parte de este capítulo es muy interesante, pero por su contenido filosófico y religioso no se ha incorporado a este resumen) como explotador y denigrante.
Quizás merece la pena la cita que FM hace de una frase de Churchill sobre la democracia: “es el peor de los sistemas con excepción de todos los demás. Pero funciona porque al final pone a cada cual al frente de sus responsabilidades y es así como progresa la humanidad”.
En este sentido opina FM sobre el Sistema de Economía de Libre Mercado (capitalismo). “En un país, no puede haber dos tipos de poder, uno responsable y otro irresponsable, sobre todo, si se exige a una parte de la población que pague por la irresponsabilidad de aquellos que dirigen las empresas públicas. A fuerza de sablear a los que crean riqueza, se les estrangula. De una vez por todas el Estado debe comprender que no es tarea suya administrar la economía. La colusión entre poder y empresas públicas es demasiado peligrosa”.
FM se considera optimista, pero es realista; ver si las luces son verdaderas luces y las sombras verdaderas sombras. Para ello, se tiene que actuar en consecuencia, en función de un cierto número de reflexiones fundamentales “sobre la libertad necesaria del hombre y el esplendor del progreso”. Como le dijo un día su abuelo “la verdad es más grande que tú y la realidad se halla oculta en los hechos como el metal en el mineral”.
“Ante todo, lo que cuenta es ayudar al hombre a convertirse en lo que es”.
– F. Michelin (1998)
François Michelin incluye en su libro muchos de los conceptos que defendemos y sobre los que formamos en los programas de Sales Business School.
Autor:
Prólogo y epílogo: